LO QUE ESTÁ DETRÁS

“El ajuste viene solo”, clamaba la empresaria gastronómica. Su realidad no tiene que ver con el tema al que me voy a referir. O sí, habla de una realidad que se impone y que posiblemente algunos no vean. El Covid-19 se impuso como tema y todas sus implicancias, todas, no están claramente visibles.

Suena contradictorio que las líneas aéreas hablen de la falta de cashflow, de la necesidad de recibir asistencia financiera, y que pese a obtenerla, ajusten de todos modos.

El caso de Air Canada es claro: recibió asistencia del gobierno canadiense mediante el Subsidio de Salario de Emergencia de Canadá (CEWS, por sus siglas en inglés). Y pese a eso, pretende despedir a 18 mil de sus 38 mil trabajadores. Lo mismo hizo Iberia con casi 15 mil trabajadores, pese a haber obtenido un crédito del estatal ICO por casi € 1.000 millones.

Y otro caso más: pese a imponer una rebaja salarial del 50% en los sueldos de los empleados de todas sus filiales, salvo en Argentina, Latam Airlines decidió el viernes pasado eliminar 1.400 puestos de trabajo.

Y el problema es que los ajustes, en realidad, no tienen que ver con la supervivencia a corto plazo, sino que se trata de un acomodamiento a un mercado más pequeño, que es el que prevalecerá en el mediano plazo. Un mercado aerocomercial más reducido, con menos demanda, menos pasajeros y en consecuencia menos vuelos, requiere estructuras más chicas, más ágiles. Si la recuperación plena de los niveles de actividad pre-Covid-19 se espera recién para fines de 2021 o comienzos de 2022, es esperable que las líneas aéreas recuperarán sus tamaños actuales, también recién en esa fecha. Y siempre y cuando el crecimiento de la Economía acompañe. Más de 36 millones de personas en Estados Unidos están solicitando el seguro de desempleo. Y esa cifra no debe compararse contra los 328 millones de habitantes sino contra los casi 160 millones que constituyen la población económicamente activa de los Estados Unidos. Es decir, poco más del 22%, de la población económicamente activa de Estados Unidos, la que genera riqueza y puede viajar, hoy no tiene empleo. Y no se sabe hasta cuándo se prolongará esa situación.

Muchos creen que la recuperación podría tener el perfil de una “V”, y existen motivos para albergar esperanzas. Por lo pronto, las aerolíneas avanzan hacia un modelo de transporte futuro más pesimista.

Y hay otras pruebas. Muchas de ellas se están planteando reducir sus flotas, dejar en tierra ingentes cantidades de aviones. Pero sobre todos, los más grandes.

Air France, por ejemplo, ha decidido dejar en tierra su flota de Airbus A380. Originalmente, la empresa los operarías hasta 2022, sin embargo, se desprenderá de las 9 unidades. De ellas 5 son propiedades de Air France. En el mismo sentido, Emirates, el principal usuario de los A380 (con 115 unidades), rechazó asumir 8 nuevos aviones que le está entregando la empresa fabricante europea. La pretensión de la empresa es recibir apenas 3. Pero, además, la compañía pretende dejar en tierra unas 46 unidades.

Esto supone y es una prueba del ajuste. No solo por las unidades dejadas en tierra sino porque se trata de un avión gigante. En términos de ajuste de oferta, el recorte es muy importante.

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